04 Dic

Disculpa, se me olvidó

A veces los olvidos y equivocaciones son algo más que aquellas pequeñas cosas que nos ocurren por descuido o por desorganización. Pero con cierta regularidad hay otra motivación para que esto ocurra.

 

Lo que hay detrás de un olvido o de una equivocación


Sin duda, son aquellas pequeñas cosas que creemos no tienen importancia, pero que cuando nos paramos a pensar en ellas están colmadas de significado, ahí está la motivación escondida en nuestro inconsciente. Hace más de treinta años me ocurrió esta experiencia que deseo compartirles:

Quedé con una amistad en un café, al llegar no la vi, me senté y pedí mientras esperaba, era el tiempo en aún no usábamos móviles. Enfrascado en mi lectura me di cuenta de que había pasado casi una hora y no había llegado. Supuse que habría tenido algún inconveniente y no había podido asistir a nuestra cita. Pocos días después nos encontramos y ella estaba muy enfadada conmigo, me reclamo que no había asistido a nuestro encuentro. Al asegurarle que había estado en ese café a la hora convenida se llevó las manos a la cara y me dijo con enfado: ese no era el lugar donde habíamos quedado. Al reflexionar sobre mi error, pues quedaba claro que era una equivocación mía, me di cuenta de que tenía motivos para cometer ese error pues el asunto que me pedía tratar era muy desagradable para mí.

 

En mi inconsciente hice una trasposición de nombres, cometí una equivocación, me fui a otro café de nombre semejante, con lo cual evité la incomodidad de tenerle que escuchar, pues el asunto que quería tratar conmigo no era de mi agrado, esto jamás se lo dije. Pero, en fin, tan solo fue ¡una pequeña equivocación! Por lo cual me disculpé y todos tranquilos.

 

¿Cuántas cosas como estas existen?

En “Psicopatología de la vida cotidiana” de Sigmund Freud (1904), el autor se esmera en presentarnos una buena colección de estas pequeñas cosas a las que nombra “actos fallidos”: olvido de nombres, pérdida de llaves, impuntualidades, equivocaciones en una dirección, etc. Son como ventanas al inconsciente que promueven nuestro autoconocimiento si nos paramos a mirar a través de ellas, nos lleva a conocernos más.

 

Nuestras pequeñas cosas


Veamos algunos ejemplos de estas pequeñas cosas.

Tengo que salir de casa, pero no encuentro las llaves del auto, se hace tarde y debo llamar para cancelar una cita muy importante. En realidad, no deseaba ir a la cita.

Estoy con mi nueva pareja en una situación íntima, cuando la llamo por su nombre pronuncio el nombre de mi anterior pareja. Aún no he dejado de pensar en esa otra persona.

Debo tomar un avión y cuando llego al aeropuerto me doy cuenta de que me equivoque y el vuelo salió hace dos horas. No deseaba hacer ese viaje.

Me olvido de una cita importante a la que debía asistir, cuando me doy cuenta ya no puedo hacer nada. Tenía mucho miedo al resultado de la cita.

El común denominador de cada una de estas situaciones, actos fallidos, es que cuando nos ocurren no estamos conscientes de lo que se oculta detrás de ellos. En general cuando pasan simplemente nos resigamos a lo que ha ocurrido, reconociendo que ha sido un descuido, un olvido o una equivocación, asegurándonos que no hay ninguna otra motivación para que hayan sido así. Sin embargo, cuando estamos sensibles a reflexionar sobre nuestros actos fallidos, caemos en cuenta de su significado inconsciente y nos sorprendemos.

¿Te ocurren este tipo de pequeñas cosas con cierta frecuencia? Detente a reflexionar sobre ellas y si se han convertido en una incomodidad podemos ayudarte con un proceso de psicoterapia o coaching.

Te esperamos en PS|CO ¡Llámanos! 

 

Psicología y Coaching PS|CO

 

David Gilling, Psicólogo y Coach senior, PS|CO

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